
¿Cuál es el termómetro para saber si el alimento de Cristo llena mi vida? Cuando tengo hambre del Señor en mi vida diaria. Hambre de verdad y de vida, de amor y de entrega, de generosidad y cariño por parte del buen Dios.
¿Cuál es el termómetro para comprobar que la entrega de Cristo de verdad me alimenta?Cuando soy capaz de amar sin medida a los demás, en especial a los más débiles y necesitados. Si soy capaz de ver en los demás al Señor Resucitado es cuando toda la energía eucarística se ha asimilado en mi vida.
En la segunda lectura san Pablo nos presenta la Eucaristía como misterio de comunión: "El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?".
Comunión significa intercambio, compartir. La regla fundamental de compartir es ésta: lo que es mío es tuyo, y lo que es tuyo es mío. Probemos a aplicar esta regla a la comunión eucarística y nos daremos cuenta de la "enormidad" del tema.
¿"Qué tengo yo específicamente 'mío' "? La miseria, el pecado: esto es exclusivamente mío. ¿Y qué tiene "suyo" Jesús que no sea santidad, perfección de todas las virtudes? Entonces la comunión consiste en el hecho de que yo doy a Jesús mi pecado y mi pobreza, y Él me da su santidad. Se realiza el "maravilloso intercambio", como lo define la liturgia.

San Juan de Ávila, recientemente declarado doctor de la Iglesia, hacer una oración para acercarnos a la comunión con devoción:
“Señor, en esta tribulación estoy; Señor, en esta fatiga estoy; esta tentación me fatiga; esta deshonra me anda rondando; Señor estoy tibio, estoy flojo, estoy frío; Señor, pues vos sois fuego verdadero, encended mi alma con vuestro amor; abrasad, Señor, mis entrañas en caridad”.
(P. Patricio Moraleda HSA)
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