sábado, 4 de agosto de 2012

DOMINGO XVIII - T. O.


         Durante varios domingos seguidos se leen distintos trozos del capítulos 6 de san Juan. Allí se habla del “pan de vida”. En el Evangelio de hoy, luego de multiplicar los panes para alimentar a la gente, Jesús comienza du discurso sobre el tema del pan de vida.
         Con este discurso Jesús quiere llevar a la gente a otro nivel. Por eso les dice algo que parece muy duro: “Ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajan, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna”. (Jn. 6, 26 -27)
         Jesús muestra así nuestra más cruda realidad: somos necesitados, y buscamos permanentemente saciar nuestras necesidades. Por eso corremos detrás de los puedan satisfacer nuestros deseos y nuestras carencias.
         Esos que buscan a Jesús no se habían dejado cautivar por su enseñanza. Simplemente habían descubierto que Jesús se preocupaba por ellos, los cuidaba y no les dejaba pasar necesidad. Entonces iban detrás  del que se compadecía realmente de sus angustias. Pero a Jesús no le interesa hacer el papel de repartidor gratuito. Él prefiere que a través de esos gestos suyos lleguen a los demás el mensaje del amor de Dios. Más allá de las palabras, más allá de las doctrinas, la forma que Jesús tenía de tratarlos les hablaba del amor de Dios. Esa era en realidad la respuesta más importante a sus necesidades, porque es una respuesta que devuelve la dignidad a las personas.
         Jesús no desprecia esa confianza necesitada, pero aprovecha la ocasión para evitar a esas personas agradecidas a pasar a un nivel más profundo. Hay otro pan, hay otro alimento, porque también hay un hambre diferente en el corazón humano, hay otra insatisfacción más profunda que busca ser colmada. Por eso Jesús concluye: “El que viene a mi jamás tendrá hambre”. (Jn. 6, 35).
         Pero par alcanzar ese alimento superior no es necesario  otro trabajo más que creer. Lo que hace falta es abrir el corazón con confianza: “La obra de Dios es que ustedes crean”. (Jn. 6, 29)
         Pidamos al Señor que no nos olvidemos de esas necesidades más profunda que solo con fe se pueden saciar. Pidámosle que no permita que la angustia de cada día y las urgentes nos lleven a olvidar las cosas más importantes y esenciales que solo Él nos puede dar.

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