viernes, 21 de septiembre de 2012

HOMILÍA DEL DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO

"Hijos de Santa Ana"

Texto: Marcos 9, 30-37. " «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos.» "

 Los discípulos no fueron santos de golpe. En realidad. Nadie en la historia de la Iglesia ha sido un perfecto cristiano desde el principio de sus días. Ser cristiano es ser seguidor de Jesús y a serlo solo se aprende siguiendo el camino de la vida con Jesús. Es un camino largo, a veces complicado. En él hay momentos de gozo y alegría, y también momentos difíciles. Pero hay algo que debe esta claro desde el principio: en el seguimiento de Jesús todos somos hermanos, todos estamos al mismo nivel, todos compartimos todo. Lo mismo que Jesús lo compartió todo con nosotros. Incluso su Padre del cielo. Incluso su Espíritu.

         A lo largo del camino, Jesús va enseñando a los discípulos. Como cualquier estudiante en cualquier colegio del mundo, los discípulos no lo entienden todo de una vez. A veces, ni a la segunda. Pero Jesús, el bueno maestro, no pierde la calma. Y repite la explicación. Eso es lo que se ve en evangelio de hoy. Después de haber hecho tanto camino juntos – ya es – tan cerca del final, porque Jesús les esta anunciando su muerte - , los discípulos discuten entre sí quien es el más importante entre ellos. Se ve que no han entendido nada. No importa. Jesús con toda paciencia repite la explicación: “El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

         No hay que dar por supuesto que los discípulos lo entendiesen ya para siempre. Recordemos que en el momento de la cruz todos salieron corriendo llenos de miedo. Pero seguro que hubo otras repeticiones. Y en la carta de Santiago, vemos que la lección esta aprendida y se transmite a las siguientes generaciones de creyentes. Claros que tampoco el que la lección este aprendida significa que se haga realidad en la vida de las personas. En la comunidad de Santiago posiblemente habían oído la lección más de una vez. Ya la sabían. Pero en la práctica seguían presentes las envidias y rivalidades, las discordias y conflictos. Santiago tiene que recordar una vez más la lección de la fraternidad.

         Hoy nosotros seguimos necesitando escuchar esa lección de vez  en cuando. Porque en nuestra vida, en nuestras familias, en nuestras comunidades, de vez en cuando hay brotes de violencia, de envidia, hay rencores que no nos dejan vivir en paz y que nos amargan la existencia, hay demasiadas aspiraciones a los primeros puestos, el deseo de ser importantes. Hoy nos cae bien que Jesús nos repita la lección: “El que quiera ser el primero…”.

         En tu familia o en tu lugar de trabajo, en tu comunidad puede existir esa lucha permanente para mostrar quien es el más importante. ¿Has sido capaz de salir de esa dinámica de competición y de envidia, para seguir el camino de humildad y servicio?
Oración:
         “Cambia mi corazón Señor. Solo tu puedes liberarlo de sus deseos de gloria y de poder, solo tú puedes sanar su orgullo y hacerlo simple y desprendido como el tuyo. Dame la gracia de amar el último lugar”.
P. Patricio Moraleda HSA

No hay comentarios: