"Hijos de Santa Ana"
Marcos, 13, 24-32. Congregará a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales.
¿Cuándo
vendrá el fin del mundo?
No
es extraño encontrar por nuestras calles personas pertenecientes a distintos
grupos religiosos diciéndonos que las señales del fin del mundo ya están
presentes. Nos dicen que el mundo "está tan mal..." y ven en las guerras
y la violencia señales más que claras de su pronta llegada.
¿Cuándo vendrá de nuevo Jesús?
El Evangelio de hoy
hace referencia no al fin del mundo sino a la segunda venida de Jesús. Ambas
realidades pueden ir juntas, pero tienen significados más que distintos.
Hay cristianos que
ven los últimos momentos como signo de tragedia cuando no de inmenso dolor y
sufrimiento. Hay muchos que todavía no se han dado cuenta que creer en Jesús siempre
es el regalo más bonito que un ser humano puede recibir. La vuelta de Jesús al
final de los tiempos no es motivo de tristeza sino de esperanza.
La Palabra de hoy
nos dice que "reunirá a sus escogidos desde los cuatro puntos cardinales".
La nueva venida de Jesús es para
reunir a los que dejaron hueco en sus vidas a su mensaje y su persona. No es
para establecer condenaciones sino para unir en el amor y la plenitud que en
este caminar diario de la vida siempre nos falta. La venida de Jesús es
nuevamente salvífica.
El final
que Jesús nos trae no es el fin del mundo natural sino el final del mundo del
pecado y de la muerte.
Estamos tan
acostumbrados a vivir en esta vida rodeados de pecado y de muerte, que incluso
en nuestro diario caminar necesitamos un final y un comenzar de nuevo. Este
ejercicio lo estamos haciendo una y otra vez. ¿Qué es la confesión si no un
finalizar una vida con la intención de mantenerse en una nueva existencia?
Para los
judíos de la época de Jesús la destrucción del templo estaba unida al final de
los tiempos. Jesús les enseña que esto no es así. De hecho Jesús murió y
resucitó y el templo fue destruido pero no ha llegado aún el final del tiempo y
de la historia.
El Señor
utiliza el lenguaje y las figuras que muchos judíos conocían y usaban desde
hacía siglos y dejó dicho que volvería de nuevo. Si al principio de la
Biblia se nos dice que Dios creó el sol, las estrellas, el cielo... en el texto
de hoy se nos dice que cesarán en su cometido; esperan una nueva creación. La
fecha de esa nueva venida se mantiene en el más absoluto secreto. La Parusía
—la venida del Hijo del Hombre— es el punto culminante y la meta de toda la
historia humana.
A lo largo
de los siglos los seres humanos nos hemos resistido tanto individual como en
grupo a los designios de Dios; la historia humana es fiel ejemplo de esta
resistencia. Hemos avanzado en muchas realidades que afectan al ser humano, pero
no podemos decir que nuestros proyectos y ambiciones estén orientados
totalmente hacia Dios. Al lado del trigo crece la cizaña y los
siglos con su historia no han podido persuadir a todos que Dios espera algo de
nosotros y del mundo en el que estamos. La venida definitiva de Jesús es el
gran triunfo de Dios sobre la creación desviada de su camino.
Dice el
Evangelio de san Juan que al "principio era la Palabra..."
Este texto nos recuerda que al final de todo quedará esa palabra que "no
pasará".
Hay una
frase de Jesús en el evangelio que nos debe llenar de esperanza, aquella que le
dijo al ladrón arrepentido que fue crucificado junto con él: "hoy
estarás conmigo en el paraíso..." No le deja esperar al final de
los tiempos para saber donde pasara la eternidad, le dice "hoy" sabiendo
bien el Señor que cuando morimos nos quedamos fuera del tiempo y de la
historia. Ese "Hoy" es más
que un anuncio y una promesa, es la seguridad de quien se lanza confiado a los
brazos del crucificado tiene una vida nueva.
Un final
parecido para la historia humana es la promesa que Jesús nos hace. Nos dice que
al final del camino Él nos espera y que no nos dejará solos en la dureza de los
caminos de la vida.
Creo
que los ateos y los agnósticos necesitan al igual que los creyentes, la nueva
venida del Señor. Nosotros hemos creído por la fe, sin ver; ellos necesitan verle
de nuevo para que su corazón crea.
El Señor
nos quiere tanto que vuelve de nuevo para que lo que había creado no se pierda
lejos de su paraíso. La historia del ser humano comienza en un paraíso y
termina en un paraíso. En el primero está Dios que ve la desobediencia del ser
humano; en el segundo Dios nos reúne de nuevo para ofrecernos su amor eterno.
Son dos momentos de una misma historia, la historia de Dios y la humanidad
redimida.
Reflexiona:
¿Me atemoriza
pensar en mi propia muerte?
¿Estoy comportándome
de una manera digna de quien ha sido
perdonado, salvado y acogido por Dios como hijo suyo?
¿Qué tendría que
cambiar en mi vida diaria para vivir como
hijo de Dios?
¿Comunico esperanza
a los demás con mi vida?
OREMOS:
“Señor Jesús resucitado,
maravilloso, deslumbrante, rodeado de luz y de gloria celestial, todas las
criaturas anuncian tu regreso. Yo sé que estas presente en cada cosa,
discretamente, pero espero que te manifiestes en toda tu hermosura.” Amén.
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