sábado, 17 de noviembre de 2012

HOMILÍA DOMINDO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO

"Hijos de Santa Ana"
 
        Marcos, 13, 24-32. Congregará a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales.
 
 ¿Cuándo vendrá el fin del mundo?
        No es extraño encontrar por nuestras calles personas pertenecientes a distintos grupos religiosos diciéndonos que las señales del fin del mundo ya están presentes. Nos dicen que el mundo "está tan mal..." y ven en las guerras y la violencia señales más que claras de su pronta llegada.
¿Cuándo vendrá de nuevo Jesús?
        El Evangelio de hoy hace referencia no al fin del mundo sino a la segunda venida de Jesús. Ambas realidades pueden ir juntas, pero tienen significados más que distintos.
        Hay cristianos que ven los últimos momentos como signo de tragedia cuando no de inmenso dolor y sufrimiento. Hay muchos que todavía no se han dado cuenta que creer en Jesús siempre es el regalo más bonito que un ser humano puede recibir. La vuelta de Jesús al final de los tiempos no es motivo de tristeza sino de esperanza.
        La Palabra de hoy nos dice que "reunirá a sus escogidos desde los cuatro puntos cardinales". La nueva venida de Jesús es para reunir a los que dejaron hueco en sus vidas a su mensaje y su persona. No es para establecer condenaciones sino para unir en el amor y la plenitud que en este caminar diario de la vida siempre nos falta. La venida de Jesús es nuevamente salvífica.
                El final que Jesús nos trae no es el fin del mundo natural sino el final del mundo del pecado y de la muerte.
                Estamos tan acostumbrados a vivir en esta vida rodeados de pecado y de muerte, que incluso en nuestro diario caminar necesitamos un final y un comenzar de nuevo. Este ejercicio lo estamos haciendo una y otra vez. ¿Qué es la confesión si no un finalizar una vida con la intención de mantenerse en una nueva existencia?
                Para los judíos de la época de Jesús la destrucción del templo estaba unida al final de los tiempos. Jesús les enseña que esto no es así. De hecho Jesús murió y resucitó y el templo fue destruido pero no ha llegado aún el final del tiempo y de la historia.
                El Señor utiliza el lenguaje y las figuras que muchos judíos conocían y usaban desde hacía siglos y dejó dicho que volvería de nuevo. Si al principio de la Biblia se nos dice que Dios creó el sol, las estrellas, el cielo... en el texto de hoy se nos dice que cesarán en su cometido; esperan una nueva creación. La fecha de esa nueva venida se mantiene en el más absoluto secreto. La Parusía —la venida del Hijo del Hombre— es el punto culminante y la meta de toda la historia humana.
                A lo largo de los siglos los seres humanos nos hemos resistido tanto individual como en grupo a los designios de Dios; la historia humana es fiel ejemplo de esta resistencia. Hemos avanzado en muchas realidades que afectan al ser humano, pero no podemos decir que nuestros proyectos y ambiciones estén orientados totalmente hacia Dios. Al lado del trigo crece la cizaña y los siglos con su historia no han podido persuadir a todos que Dios espera algo de nosotros y del mundo en el que estamos. La venida definitiva de Jesús es el gran triunfo de Dios sobre la creación desviada de su camino.
                Dice el Evangelio de san Juan que al "principio era la Palabra..." Este texto nos recuerda que al final de todo quedará esa palabra que "no pasará".
                Hay una frase de Jesús en el evangelio que nos debe llenar de esperanza, aquella que le dijo al ladrón arrepentido que fue crucificado junto con él: "hoy estarás conmigo en el paraíso..." No le deja esperar al final de los tiempos para saber donde pasara la eternidad, le dice "hoy" sabiendo bien el Señor que cuando morimos nos quedamos fuera del tiempo y de la historia. Ese "Hoy" es más que un anuncio y una promesa, es la seguridad de quien se lanza confiado a los brazos del crucificado tiene una vida nueva.
                Un final parecido para la historia humana es la promesa que Jesús nos hace. Nos dice que al final del camino Él nos espera y que no nos dejará solos en la dureza de los caminos de la vida.
                               Creo que los ateos y los agnósticos necesitan al igual que los creyentes, la nueva venida del Señor. Nosotros hemos creído por la fe, sin ver; ellos necesitan verle de nuevo para que su corazón crea.
                El Señor nos quiere tanto que vuelve de nuevo para que lo que había creado no se pierda lejos de su paraíso. La historia del ser humano comienza en un paraíso y termina en un paraíso. En el primero está Dios que ve la desobediencia del ser humano; en el segundo Dios nos reúne de nuevo para ofrecernos su amor eterno. Son dos momentos de una misma historia, la historia de Dios y la humanidad redimida.
        Reflexiona:
        ¿Me atemoriza pensar en mi propia muerte?
        ¿Estoy comportándome de una manera digna de quien ha   sido perdonado, salvado y acogido por Dios como hijo         suyo?
        ¿Qué tendría que cambiar en mi vida diaria para vivir        como hijo de Dios?
        ¿Comunico esperanza a los demás con mi vida?
OREMOS:
        “Señor Jesús resucitado, maravilloso, deslumbrante, rodeado de luz y de gloria celestial, todas las criaturas anuncian tu regreso. Yo sé que estas presente en cada cosa, discretamente, pero espero que te manifiestes en toda tu hermosura.” Amén.

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