jueves, 31 de enero de 2013

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.


"Hijos de Santa Ana"


 
TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

Este domingo hay una distancia enorme entre la primera lectura y el evangelio. La primera lectura relata un momento de la historia de Israel en que, una vez que volvieron del destierro, el pueblo escucha de nuevo la proclamación  de la Ley. Es la Ley de Dios. Son las normas que Dios dio a sus padres en el pasado y que deben ser obedecidas en todo momento. A cambio, el pueblo tendrá la vida. Si el pueblo fue vencido por sus enemigos y tuvo que ir al destierro, fue precisamente porque no obedeció esas normas como debía.

 

        En el evangelio nos encontramos con una situación muy distinta. Jesús ha vuelto a su ciudad natal después de un tiempo fuera. Ya ha comenzado su vida pública y su fama hado llegado a sus conciudadanos. Se siente enviado por Dios para predicar el Reino de Dios.

 

        Sorprende que en la Sinagoga, Jesús escoge el texto que no habla de normas ni de leyes. Habla más bien de él mismo y de su misión. Jesús se sirve de un texto del profeta Isaías para explicar a sus conciudadanos, y de paso también a nosotros, cual es el contenido de su misión, por qué esta predicando por los pueblos y caminos de Galilea. Jesús se siente dominado, poseído por el Espíritu de Dios. Ese espíritu no hace de él alguien superior a los demás. No lo convierte en un rey que, como el resto de reyes de la tierra, se vale de su autoridad para dominar, oprimir. Él ha sido enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, liberar a los cautivos y devolver la vista a los ciegos. Esa es su misión.

 

        No se trata de que Dios, a través de Jesús, nos vaya a dar normas nuevas, quizás más fáciles, o más difíciles, que tenemos que obedecer. Jesús viene a hablarnos de un Dios que nos trae la salvación, que quiere que seamos libres, que dejemos de sufrir, que seamos felices. Esa es la misión de Jesús. Los que hoy formamos su comunidad, somos los encargados de lleva la Buena Noticia a los que sufren, a los oprimidos, a los cautivos, a los pobres. Para que todos conozcan a Dios que nos ama y que nos salva.

 

REFLEXIÓN:

        ¿Hay cerca de ti personas que necesitan ser liberadas de alguna opresión?

        ¿Tú mismo quizás?

        ¿Cómo te libera Jesús? ¿Cómo libera a tu familia?

        ¿te dejas liberar?

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